QR (Quisieras Rest.In.Peace…)
A todos nos llegará ese día en que abandonemos nuestras vidas y según la creencia de cada uno aspiraremos al cielo, caeremos en las garras del infierno, reencarnaremos en otro ser, o simplemente desapareceremos. Sea cual fuere nuestro destino, sepamos que tal vez un amistoso Código QR nos acompañe en esos días.
No he leído ninguna referencia a esto en los Santos Evangelios, tampoco en la Torah o el Talmud, y Nostradamus jamás no nos avisó que en las necrópolis del futuro, la tecnología acompañaría a los difuntos.
A qué me refiero? A que la próxima vez que visiten un cementerio, no les recomiendo llevar un ramo de flores para regalar al «anfitrión» sino un smartphone con lector de Código QR instalado, ya que con esto van a poder indagar sobre la vida de aquel que ya no puede contársela en vivo y en directo. Así es! un Código QR es parte de las lápidas del siglo XXI y puede enseñarnos mucho de la persona que ya no está sin recurrir a aquella increíble tía que suele acordarse en detalle de todos los familiares del árbol genealógico.
Esa imagen es parte de la realidad. Se está ofreciendo como servicio adicional a la tradicional y aburrida lápida en muchos cementerios del mundo. Eso sí, tratemos de contratar el servicio en vida y escribir nuestra propia biografía. No sea caso que un tercero nos difame y nuestro QR epitafio se parezca a aquel escrito por un viudo en la lápida de su difunta mujer: «Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando».